El pasado 25 de mayo se celebró la Primera Comunión de mi sobrina Lidia, y al igual que para Alicia, mi otra sobrina, le bordé su árbol genealógico.
Sé que este tipo de regalo no es ahora tan bien recibido como lo será cuando ellas sean mayores, pero mi gusto por los árboles genealógicos va creciendo en función del paso del tiempo: cuanto mayor me hago, más me gustan. Lo bueno es que todas saben que el día de su Primera Comunión, la tía Ana les bordará "el cuadro", así que ya lo dan por seguro.
Cuando haya pasado un poco más de tiempo, haré uno para mí porque aún no tengo (qué raro ¿verdad?; "en casa del herrero, cuchillo de palo")